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El caso de la Dalia Negra

Se convirtió en el cadáver más famoso del siglo XX. Crónica del crimen sin resolver más espantoso de la historia de Estados Unidos. El caso de la Dalia Negra, el asesinato más famoso de Los Ángeles, cumple mas de 70 años sin tener un culpable.

Elizabeth Short soñaba con llegar a Hollywood y aspiraba a convertirse en actriz. Con 22 años y una belleza impactante, trabajaba como moza en bares y restaurantes de la ciudad de Los Ángeles. Fantaseaba con ser descubierta, un día cualquiera, por alguien importante del circuito del espectáculo. De profundos ojos azules, piel muy clara y pelo castaño y ondulado, la joven aprendió a explotar su estilo buscando tropezar con el destino de fama que tanto deseaba. Se maquillaba muy bien y se vestía, siempre, de impecable negro porque le gustaba resaltar su palidez.

Elizabeth Short consiguió llegar a la pantalla de los cines: protagonizó películas y documentales. Incluso, inspiró varios libros. Pero nada fue como ella lo había deseado, porque su fama fue post mortem.

Todo por un sueño

Elizabeth nació en la ciudad de Boston, Massachusetts, Estados Unidos, el 29 de julio de 1924. Su madre se llamaba Phoebe Mae Sawyer y, su padre, Cleo Short. La familia estaba formada por cinco hijas. El padre las abandonó cuando apenas eran unas niñas, fingiendo en 1930, un suicidio. Dejó su auto bajo un puente y desapareció de sus vidas, pero el fraude no tardó en ser destapado.

Cuando Beth tenía 19 años se marchó a California con su padre. Tras enterarse de su falso suicido, decidió entablar relación con él con el fin de estar mas cerca de Hollywood y poder convertirse en una actriz reconocida. En 1943, se trasladan a Los Ángeles, pero su padre quería poco menos que una criada que le hiciera la comida y le limpiara la casa y su hija tenía muy claro que no quería una vida convencional. Después de una intensa discusión ella se marcha, consiguiendo un puesto de trabajo en un intercambio en el Campamento Cooke.

A partir de ahí anduvo por distintas ciudades, se la detuvo por consumir alcohol siendo menor de edad y la mandaron de vuelta con su madre. Elizabeth estaba decepcionada por el rumbo que tomaba su vida, no quería quedarse en la ciudad de su niñez y le anunció a los suyos que iría a probar suerte al estado de Florida. Durante tres años estuvo mudándose de ciudad en ciudad trabajando la mayor parte del tiempo como camarera. Se llegó a prometer con  Matthew M. Gordon Jr quien era parte de la 2ª Comandancia Aérea, que moriría en 1945, por las heridas causadas tras un accidente aéreo sin consumar el matrimonio.

A principios de 1946, Elizabeth viajó al sur de California para retomar una antigua relación con el teniente Gordon Fickling. No funcionó, Gordon se cansó de los devaneos amorosos de su novia y se volvió a Carolina del Norte. Elizabeth seguía convencida de que alguien iba a descubrirla, solo necesitaba un golpe de suerte. Mientras esperaba el milagro, vivía en hoteles baratos y pensiones de la ciudad de Los Ángeles, dilapidando lo que ganaba como moza en maquillaje y en ropa.

De maniquí roto a cadáver.

El jueves 9 de enero de 1947 Beth fue vista en el Hotel Cecil (del que ya hemos hablado aquí y aquí). A las diez de la noche cruzó el lobby y salió a la calle. Ya nadie volvería a verla. El 15 de enero, en un baldío de Leimert Park, Betty Bersinger, que caminaba con su hija de tres años, vio lo que parecía ser un maniquí partido en dos. Eran las 8:40 de la mañana. Se acercó y espantada se dio cuenta de que, en realidad, era un cadáver mutilado y desnudo, puesto en una posición macabra. Llamó a la policía.

Cuando levantaron el cuerpo, los detectives se percataron de que no había ni una sola gota de sangre en el lugar. Era rarísimo: esa mujer había sido asesinada y lavada en otro sitio. Su cara mostraba un enorme corte a la altura de la boca que le hacia tener una sonrisa macabra, conocida como “la sonrisa de Glasgow” que le daba una apariencia siniestra… Gracias a que las huellas dactilares estaban registradas por su detención ocurrida cuatro años antes, la víctima fue identificada con rapidez. Era Elizabeth Short.

La autopsia reveló datos escalofriantes, señalaba torturas estando viva y un final de su vida atroz. La causa de su muerte se determinó como un shock a causa de una conmoción cerebral sumada a una gran pérdida de sangre.

El asesinato se convirtió en «un triste cliché, en una fábula de advertencia: la joven ilusa viene a Hollywood y las cosas le salen muy mal». Pronto se le puso apodo, Dalia Negra, en un guiño a la película La dalia azul, protagonizada por Veronica Lake y estrenada el año anterior, y porque Short lucía el pelo oscuro y ropa negra.

Su asesino

El asesino había dejado pistas. La Policía halló una huella de zapato hundida en la tierra, marcas de neumáticos de un auto y una bolsa de cemento con restos de agua ensangrentada.

El 23 de enero de 1947, el asesino llamó al editor del periódico Los Angeles Examiner, expresando su preocupación porque no estaban siguiendo de cerca la noticia del asesinato. Entonces ofreció enviar elementos pertenecientes a Short al editor. Al día siguiente llegó un paquete al periódico que contenía el certificado de nacimiento de Short, tarjetas, fotografías, nombres escritos en pedazos de papel, recortes de periódicos y una libreta de direcciones con el nombre Mark Hansen en la tapa. Hansen, una de las últimas personas que vio a Short con vida (el 8 de enero —y hablaron por teléfono el 9—) se convirtió en sospechoso. Era el propietario de una sala de baile frecuentada por Short. La agenda era suya, sí, pero era Beth quien la usaba y en ella había una extensa lista de nombres. La policía interrogó a la larga lista de personas que contenía. Todos contaron más o menos lo mismo, que habían conocido a Short en la calle o en un bar, que la habían invitado a unas copas, alguno incluso a cenar, pero en cuanto veían que ella no estaba dispuesta a acostarse con ellos, se marchaban y no volvían a verla. Tres de ellos declararon haber tenido relaciones fugaces con ella.

El último acompañante fue Robert «Red» Manley, un comerciante de veinticinco años casado, que la noche del 8 de enero detuvo su coche al verla caminando. Ella le explicó que no tenía a dónde ir y él la llevó a un motel. Aseguró que no tuvieron relaciones. Por la mañana le contó que debía ir a la estación de autobús a dejar su maleta en consigna y luego al Hotel Cecil, donde se reuniría con su hermana Virginia (esto era mentira). Red la llevó a la estación y a eso de las seis y cuarto la dejó ante el hotel, se despidieron y regresó a casa. Nunca volvería a verla. Fue el principal sospechoso, pero su esposa confirmó que estuvo en casa la noche del 9 y pasó la prueba del polígrafo y el pentotal sódico (suero de la verdad). Tras efectuar un par de llamadas telefónicas en dicho hotel, a las diez de la noche el recepcionista la vio cruzar el vestíbulo y salir, para no volver nunca.

El asesino siguió mandando más cartas al periódico, llamándose a sí mismo «el vengador de la Dalia Negra». El 25 de enero, el bolso y un zapato de Short fueron encontrados en un cubo de basura a corta distancia de la Avenida Norton. Red Manley los reconoció. En algún momento entre el 10 y el 15 de enero, el asesino retiró la maleta de Short de la estación de autobús, sin que nadie reparara en ello. Ni la maleta ni su ropa se encontraron nunca.

Debido a la notoriedad del caso, más de cincuenta hombres y mujeres confesaron, adjudicándose el asesinato y la policía se saturó con información cada vez que un periódico anunciaba el caso o un lanzamiento de libro o película. Pero el asesinato nunca fue resuelto y siguió dando letra por décadas a las crónicas policiales.

1999: el investigador  Steve Hodel «el asesino es mi propio padre»

En 1999, el investigador privado Steve Hodel descubrió en el álbum de fotos de su padre la fotografía de una mujer de piel clara y cabello oscuro. No la conocía pero creyó que se parecía a la Dalia Negra. A partir de ese descubrimiento, Hodel llevó a cabo una larga investigación que lo convenció de que su padre había asesinado a Elizabeth Short.

George Hodel, el padre de Steve, había vivido en la misma ciudad que Elizabeth en la época en que ella murió. Muchos testigos afirmaron haberlos visto juntos e incluso hubo quien dijo que eran amantes. Se sabía que el asesino de Short debía tener conocimientos en medicina y, coincidentemente, George Hodel era médico. De hecho, su consultorio se encontraba a solo a dos manzanas del Hotel Cecil, el último lugar donde Elizabeth fue vista con vida. Por otra parte, la posición en que el cuerpo de Beth fue encontrado resultaba muy poco común y según Steve Hodel, se parecía al cuadro El minotauro del autor surrealista Man Ray, amigo cercano del doctor Hodel. Otras pruebas que encontró Steve fueron: en enero de 1947 su padre había comprado unas bolsas de cemento para realizar reformas en su casa (como las encontradas junto al cadáver); un vecino dijo que había visto un coche negro al poco de aparecer el cadáver, el padre de Hodel tenía un Packard Sedan negro del 36; su padre residía solo en la mansión cuando sucedió el asesinato (el resto de la familia estaba en una visita familiar); y el tipo de letra de las cartas del asesino era muy parecida a la de su padre.

En 2003 salen a la luz unas escuchas que la policía había llevado a cabo en la casa de Hodel, con micrófonos ocultos, que parecía corroborar las sospechas del hijo de George.

Según Steve, a pesar de que la policía tenía muchas pruebas en contra de su padre, no lo apresó pues al hacerlo hubiera destapado una serie de tratos sucios que se hacían entre los médicos y las fuerzas del orden para ocultar los abortos ilegales. Para Steve, la policía optó por dejar libre a su padre a cambio de mantener una imagen limpia frente a los ciudadanos de Los Ángeles. Por su parte, George Hodel se fue del país en 1950 a Filipinas en donde ejerció su profesión y conoció a su última esposa, con la que volvió a Estados Unidos una década más tarde.

De la realidad al cine y los videojuegos

En 1981 se estrenó la película, basada en el caso, Confesiones Verdaderas, con Robert Duvall y Robert De Niro. En el año 2006, el director Brian de Palma, filmó La Dalia Negra, que contó con un presupuesto de 50 millones de dólares y con la participación de las estrellas Scarlett Johansson e Hilary Swank. La serie televisiva American Horror Story: Murder House, que empezó a emitirse en 2011, puso en el aire un episodio con la historia de Elizabeth, quien fue encarnada por la actriz Mena Suvari. También aparecieron videojuegos del tipo de Skullgirls, donde la Dalia Negra aparece como un personaje; En el videojuego Grand Theft Auto V se investiga sobre el asesinato de Leonora Johnson, cuyo caso es muy similar al de Elizabeth Short; En el videojuego L.A. Noire en el departamento de homicidios investigan varios casos que parecen ser obra del asesino de la Dalia Negra, siendo al final encontrado y acribillado por el protagonista del juego. Sin embargo, al final el caso queda «abierto» porque el asesino resulta ser un familiar de un político muy importante y no se hace público que se ha acabado con él y su identidad.

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