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«El exorcista» la película maldita

En la historia de las películas de terror, ha habido muchas que han sido exageradas y otras más que aterradoras hasta el punto de que hicieron que las personas se levantaran y salieran del cine. Pero ninguna ha llegado al nivel de «El Exorcista», la cual ha sido declarada una de las películas más terroríficas jamás creadas.

Parte de la fama de estos filmes suele relacionarse con la extremada mala suerte de algunos de los miembros del equipo, durante o después de los rodajes. De hecho, los actores del elenco de «El Exorcista» (los que todavía viven), recuerdan cuán aterradora fue la experiencia en la vida real, ya que muchos creen que la película está «maldita» después de ser plagada por múltiples muertes, batallas legales, eventos sin explicación…

Maldita desde el minuto uno

Es fundamental conocer que «El Exorcista» está basada en una historia real; una historia que conoció William Peter Blatty sobre un joven estudiante de la Universidad de Georgetown que fue poseído y exorcizado por un sacerdote local. La crónica en la que se basa la novela, narraba la experiencia de un chico llamado Robbie quien intentó contactar con una tía fallecida a través de una ouijaSus padres lo encontraron hablando con voz extraña en lenguas desconocidas, golpeándose contra las paredes con una fuerza anormal y maldiciendo todo objeto religioso. Los médicos que lo visitaron no pudieron hacer nada al respecto, motivo por el que decidieron consultar con un sacerdote quien aseguró que el chico estaba poseído y que solo se salvaría mediante un exorcismo. Entonces, realizó un ritual que duró seis semanas: en la sesión 30 el niño se despertó sin poder recordar nada. William Blatty había encontrado una gran historia que escribiría veinte años después. Pudo publicarla en 1971 y se convirtió en un best seller que vendió 13 millones de ejemplares.

Posterior al lanzamiento del libro, la novela fue convertida en la aclamada película dirigida por William Friedkin y luego el resto es historia. Todos los miembros del elenco y el equipo de esta película afirmaron que sintieron la oscuridad que los rodeaba y que definitivamente fue difícil para ellos lidiar con los incidentes inexplicables que tuvieron lugar mientras se realizaba la película.

La fecha del rodaje tuvo que retrasarse 6 semanas debido a que un incendio destrozó los decorados de la que iba a ser la casa de los MacNeil. El director culpaba a algún animal alado, probablemente una paloma que se hubiera abierto camino entre las cajas de circuitos que provocaron el fuego. El detalle que da escalofríos es que todo el lugar quedara inservible excepto la habitación de Regan, que permaneció impoluta entre las llamas. En el incendio murieron tres operarios.

Pero aún hay más. El estudio de la Warner se incendió tres veces, por lo que se recurrió a la bendición de Thomas V. Bermingham, un sacerdote.

Otro suceso importante, en parte por el cual se dice que esta producción estaba maldita fue debido a que fallecieron algunos miembros del elenco y del equipo. No es del todo extraño que llegue a suceder, pero en este caso hubo un total de nueve muertes que pudieron vincularse con la película.

El actor Jack McGowran, logró aparecer ante las cámaras de rodaje para la actuación de algunas escenas, pero falleció por una extraña «gripe» antes de poder rodar la escena en la que iba a ser asesinado por Regan. Otra actriz, Vasiliki Maliaros consiguió aparecer en su última escena, en la que el padre Damien Karras sueña con ella vestida de negro en un sueño muy conmovedor, pero muere y no logra filmar otras escenas (una de ellas en la que también fallecía).

El hijo de Jasón Miller (padre Karras) casi muere atropellado por una moto. El propio Jasón sufriría un ataque al corazón, causándole la muerte, el mismo día que se reestrenaba la película «El Exorcista (El Corte del Director)».

El hermano de Max Von Sydow (que debía interpretar al padre Lankester) moría el segundo día de rodaje. Días después, Linda Blair la protagonista también faltó unos días al rodaje, su abuelo había muerto. Uno de los técnicos fue asesinado y el vigilante nocturno que custodiaba el estudio fue encontrado sin vida.

La muerte seguiría persiguiendo a esta película aún mucho tiempo después. En 1979, el actor Paul Bateson, que tenía una pequeña aparición en la cinta fue condenado por asesinar a un crítico de cine y fue sospechoso de otros seis crímenes. En 1987 el hijo de Mercedes McCambridge, la mujer que le puso voz al demonio que poseía a Regan, mató a su esposa, a sus hijos y se suicidó.

En 1975 se estrenó en Londres la versión teatral de la obra. La actriz Mary Ure que interpretaba a la niña poseída se fue a su casa tras el estreno. Al otro día la encontraron muerta en la bañera de su casa.

Algo que pocos saben es que así como el público gritaba en las salas del cine al ver esta película, durante su filmación también sus actores gritaban de verdad.

Tanto Linda Blair, la famosa Regan, como la actriz que interpretaba a su madre, Ellen Burstyn, sufrieron importantes daños en la espalda cuando realizaron las escenas de riesgo en las que a sus personajes se les zarandeaba y se les lanzaba por la habitación. En una de la tomas, que aún permanece en el montaje final, Regan lanza a su madre contra el suelo, pero al grabar, el arnés se rompió y la actriz cayó con violencia. El golpe fue tan fuerte que gritó de dolor, el director lejos de cortar la filmación siguió y los alaridos que se escuchan son los reales. 

Puede que algunos de los métodos usados durante el rodaje sumaran a la percepción general de morbidez. Por una parte, los métodos de Friedkin estaban lejos de lo ortodoxo.

Durante el proceso de rodar una escena, el director, no contento con la expresión del actor Father O’Malley, se acercó hasta él y le cruzó la cara con un cachetazo bien sonoro. Al ver su reacción dijo “esta es la expresión que quería, ahora sí a filmar”.

Jason Miller que interpretaba al padre Karras debía lucir aterrorizado ante la niña poseída, pero el director no estaba conforme con la expresión del actor. Dispuesto a lograr lo que quería llevó un arma y sin decir nada en la escena señalada comenzó a disparar. La cara de pánico que logró en el actor no fue actuación.

En otro momento Regan vomitaba una sustancia verde y asquerosa sobre el padre Karras. Lo que nadie le advirtió al actor es que Linda estaba preparada para arrojarle una mezcla de puré asqueroso y maloliente de guisantes en su cara. La expresión que quedó registrada es la del asco real que sintió el actor.

Para lograr la escena del aliento helado, Friedkin ordenó montar el dormitorio de Regan en una cámara frigorífica e hicieron descender la temperatura a 40 grados bajo cero. Linda solo estaba vestida con un camisón. Fue el único momento donde un ángel bueno anduvo dando vueltas. Si no contrajo pulmonía fue por un verdadero milagro.

En cuanto a postproducción, para la escena en la que el demonio finalmente abandona el cuerpo de Regan se grabaron varios sonidos, uno de ellos era el de varios cerdos chillando en el matadero.

Si bien esto a menudo provocó reacciones genuinas del elenco, también los enfureció, lo que provocó que Ellen Burstyn llamara a Friedkin un maníaco.

Durante las grabaciones se caían focos y desaparecían cintas con escenas ya grabadas. Sugestionados o no todos aseguraban que se escuchaban ruidos, pasos, voces misteriosas que se colaban por los micrófonos, objetos que se esfumaban, si atendían el teléfono se escuchaban susurros… En medio de ese clima tan opresivo como tenso cada vez que el equipo tomaba unos minutos de descanso a Friedkin no se le ocurría mejor idea que poner la música de Psicosis de fondo. Para colmo algunos técnicos aseguraban que lo habían visto “rodando por el suelo y echando espuma por la boca”. Comenzaron a llamarlo “el loco” y obviamente, “el endemoniado”.

Las referencias y coincidencias satánicas también aparecieron por doquier. La postproducción de la película se realizó en el número 666 de la Quinta Avenida de Nueva York. La noche del estreno en Roma, el cine estaba muy cerca de unas iglesias del siglo XVI con gigantescas cruces. Según entraba el público comenzó una tremenda tormenta con lluvia torrencial. Justo antes de comenzar el filme un horrendo sonido sonó en el exterior. Al salir, vieron que una de las cruces había sido arrancada por un rayo y había caído en la plaza de abajo. Por supuesto, algunos predicadores acusaron a la película de llevar el poder del demonio en su mismísimo celuloide.

Durante los pases, la gente se desmayaba, vomitaba, y somatizaban el malestar que les producía su visionado. Una mujer llegó a demandar a Warner Brothers porque aseguraba que los mensajes subliminales la hicieron sentir tan aterrorizada que al salir del cine tropezó, rompiéndose la mandíbula. También, durante el resto de los 70 se la culpó de haber provocado una gran cantidad de suicidios de personas que no habrían podido asimilar lo que veían.

El resto de películas de la saga tuvieron rodajes «más tranquilos», y la maldición no pareció llegar a sus artífices. Sin embargo John Boorman contrajo una enfermedad que lo dejó un mes en cama en medio del rodaje de la segunda parte. 

La tercera obsesionaba de tal forma al asesino caníbal Jeffrey Dahmer apodado El Caníbal de MilwaukeeEl Carnicero de Milwaukee o El Monstruo de Milwaukee, afirmó que la veía una y otra vez, según confesó a la Policía. Asimismo, en esta parte de la saga, «Exorcista: el comienzo», el primer director asignado falleció; el segundo, Harlin, fue atropellado sobreviviendo al accidente. También el responsable de la banda sonora fue sustituido por un ataque al corazón -pero no murió-.

A John Frankenheimer le ofrecieron rodar la precuela y se negó rotundamente. Tan sólo un mes después moría de un derrame cerebral. El joven compositor Michael Kamen murió de un infarto en 2003, habiendo sido barajado inicialmente para conducir la banda sonora de la misma película.

Sea como fuere, puede que todos estos acontecimientos fueran (demasiada) casualidad o que simplemente ocurrieran como cadena de infortunios que acompañaron a esta película. Verdad o no, lo cierto es que estos hechos han creado un morbo e incertidumbre añadidos al ya de por sí terrorífico film. 

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