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La rectoría de Borley

Hoy seguimos haciendo tour por Essex (recordaremos que en el post anterior ya hablamos de una famosa casa de este condado), uno de los cuarenta y siete condados de Reino Unido bañado por el mar del Norte, es conocido por sus historias de brujas y viviendas embrujadas. La casa a la que nos desplazaremos hoy, de forma virtual, no tiene nada de especial: no es una lujosa mansión ni un palacio, no tiene una maravillosa arquitectura ni fantásticos jardines con fuentes… Muchos dirían que lo que queda de ellos son los restos de una vieja casa del montón, y pasarían de largo sin reparar apenas en su existencia… Sin embargo, los rescoldos de lo que en su día fue casa de culto guarda oscuros secretos paranormales que han sido bien documentados. Conocida en su día como «la casa mas embrujada de Reino Unido» hoy visitaremos la Rectoría de Borley.

Los orígenes del mal

La rectoría Borley fue originalmente un monasterio habitado por monjes Benedictinos. Allí, en el siglo XIII (1362), cuentan las crónicas que un monje y una monja del convento de Bures, situado a 13 kilómetros de distancia, se enamoraron. Era una relación secreta por sus connotaciones pecaminosas a ojos de la Iglesia y de los feligreses de entonces (nos podemos imaginar como era el pensamiento de la época). Por ello la pareja consideró que lo mejor era huir lejos de Borley, a un lugar donde nadie les conociera para rehacer su vida como marido y mujer. Así que, en plena noche cerrada quedaron fuera de los muros del monasterio y se subieron a una carroza guiada por un cochero dispuestos a dejar atrás sus respectivas vidas monacales. Pero la huida de los amantes apenas tuvo recorrido, pues al poco de iniciar su aventura por los estrechos caminos de la campiña inglesa fueron apresados. Las autoridades decidieron que debían pagar con la vida tal sacrilegio. A él lo ahorcaron y ella se llevó la peor parte porque fue emparedada viva en un muro del monasterio. También ahorcaron al pobre cochero, al que se le acusó de ser cómplice de tal despecho.

Pasaron los años sin hechos importantes y cuatro siglos después, el terreno donde había estado dicho monasterio, fue adquirido por la familia Waldegrave que ocupó las instalaciones durante 300 años. Un descendiente de esta acaudalada familia, el reverendo Dawson Henry Ellis Bull hizo edificar en 1863 una mansión de ladrillo rojo, con dos plantas y 23 habitaciones. Se trasladó a ella un año después de ser nombrado rector de la parroquia. El gran edificio, tras varias obras, fue ampliada para poder servir a una familia de 16 miembros.

Hasta aquí nadie diríamos que tiene una historia especial y más cuando en 1939 se pensaba que la historia de los desdichados amantes era una invención de los niños de la rectoría para darle un toque siniestro a la casa. Sin embargo las crónicas de la época narran hechos muy diferentes… Pasemos a contar su lado mas oscuro.

Comienzan los sucesos inexplicables

El primer evento paranormal fue reportado alrededor de 1863, cuando habitaba el rector Henry Ellis Bull con su familia. El rector afirmó haber oído el sonido de pasos inexplicables por los pasillos. El propio reverendo, llegó a admitir que la vivienda estaba encantada. El 28 de julio de 1900 cuatro de las hijas del rector afirmaron haber visto el fantasma de una monja a 40 metros de distancia. Intentaron hablar con el fantasma pero este desapareció a medida que se acercaban a él. Más tarde hablarían de numerosas apariciones y muy habituales. Varias personas admitieron haber sido testigos de fenómenos inexplicables como «un carruaje fantasma impulsado por dos jinetes sin cabeza». Durante los 65 años en los que la familia Bull estuvo en la rectoría se produjeron todo tipo de hechos misteriosos corroborados por los lugareños. No parece, sin embargo, que los fenómenos fueran tan alarmantes como para abandonar el lugar, ya que la familia Bull permaneció en ella entre 1864 y 1927.

El 9 de junio de 1927, el rector, Harry Bull, murió en la casa y la vivienda rectoral de nuevo quedó vacía. Al año siguiente el reverendo Eric Guy Smith y su esposa se trasladaron al edificio. Fue a ellos a los que le tocó vivir las experiencias de forma más acentuada; su mujer encontró un cráneo de una mujer joven envuelto en papel marrón en un armario mientras limpiaba (¿Quién guarda un cráneo en un armario?) y este parece que fue el desencadenante de todos los hechos paranormales y fuerzas malignas. Veían luces en las ventanas, escuchaban llamar los timbres de la servidumbre sin que nadie los tocara, tintineos de campanillas, veían deambular una figura vestida de monja por el jardín, movimiento de objetos, pisadas, llaves que saltaban de cerraduras, carruajes que pasaban por la zona como ecos de tiempos pasados, piedras que volaban desde el tejado e incluso gritos desgarradores.

La propia señora Smith contó que en una ocasión, un ente la encerró en su dormitorio y que en varias ocasiones la había lanzado contra la cama con gran violencia. Además aparecieron en las paredes del edificio unos misteriosos mensajes.

Ante todos estos sucesos entraron en contacto, a través del periódico Daily Mirror, con la Sociedad de Investigación Psíquica británica fundada en 1882 para la indagación de fenómenos semejantes.  

“Figuras fantasmales de cocheros decapitados, una monja, una carroza tirada por dos caballos que aparecía y desaparecía misteriosamente, pisadas en habitaciones vacías» escribió el rector en su carta.

El primer cazafantamas contemporáneo

En 1929 La Sociedad envió al conocido parapsicólogo Harry Price hasta la localidad de Borley. Considerado el primer cazafantasmas de la historia contemporánea, fue miembro de la citada Sociedad y fundador de la National Library of Psychal Research (Librería Nacional de Investigación Psíquica) dependiente de la Universidad de Londres.

A los pocos días de llegar, organizó una sesión de espiritismo en la que participaron además de él, el reverendo Smith, su esposa y una médium. Contactaron con el espíritu de Henry Bull, este les contó la historia del monasterio y el dramático final de los amantes. Poco después, la familia Smith abandonó la rectoría encantada y el propio Price también se vio obligado a marcharse ante los hechos cada vez más violentos que se producían en el interior de la mansión.

Apenas había transcurrido un año de que la casa quedara habitada solo por sus espectrales inquilinos, cuando se instaló el reverendo Lyonel Foyster, primo del fallecido Bull, y su mujer Marianne. Al principio, todo fue bien, pero a los pocos meses comenzaron a sucederse todo tipo de situaciones extrañas con ruidos de cadenas, timbres, y mensajes en las paredes:

“Por favor ayuda… Marianne”, “No puedo entender, dime más”

El clérigo llamó a Price, que acudió por segunda vez a la casa, con todo tipo de artilugios para tratar de captar sonidos e imágenes procedentes del más allá. Los mensajes en las paredes se habían multiplicado y eran cada vez más aterradores, incluso alguno profético que decía:

Esta casa será pasto de las llamas

La salud de Marianne, como no podía ser de otro modo, se resintió. Ella afirmaba que fue maltratada por extrañas presencias que en varias ocasiones y que estuvieron a punto de matarla. Con todo esto la familia optó por hacer las maletas y marcharse de allí en 1935.

Las investigaciones de Price en la rectoría se reanudaron en mayo de 1937 cuando decidió alquilar la casa que seguía vacía. Para ello, publicó un anuncio en The Times pidiendo 48 colaboradores para trabajar con él durante un año y medio para ser testigos de lo insólito.

Se buscan personas responsables, inteligentes, intrépidas, críticas e imparciales para realizar turnos de observaciones en una casa. Si no saben nada sobre investigación psíquica, mejor, decía el extraño anuncio.

Price aseguró que aquellas investigaciones le habían permitido demostrar que el lugar estaba maldito, que él mismo había visto el fantasma de la monja y había experimentado situaciones inexplicables. El famoso parapsicólogo y sus colaboradores vivieron en la casa hasta finales de 1938, un año y medio, en el que fueron testigos de todo tipo de fenómenos.

La profecía de una fantasma: El incendio

A comienzos de 1939, la rectoría volvió a ser ocupada por la familia del capitán W. H. Gregson, quien en la tarde del 27 de febrero de ese año se encontraba leyendo en la biblioteca. En ese momento una lámpara de aceite cayó de repente al suelo de forma inexplicable, provocando un fuego que se extendió rápidamente por la estancia y acabó arrasando el resto de la casa. Se cumplió, pues, la profecía que años atrás había vaticinado uno de los inquilinos espectrales de la rectoría en uno de sus mensajes en las paredes.

Durante las posteriores obras de demolición de lo que quedaba de la rectoría, los obreros encontraron restos humanos, se supone que de la monja emparedada, y aseguraron haber visto “algo” y sentir cosas extrañas”, incluso llegaron a sacar una foto de un ladrillo volando inexplicablemente entre los restos de la casa.

Tras dar sepultura a los restos óseos, Harry Price escribió dos libros sobre sus investigaciones en la Rectoría de Borley, el primero «La casa más encantada de Inglaterra» («The most haunted house un England», 1940) y el segundo «El fin de la Rectoría Borley» («The end of Borley rectory») que se publicó en 1945, tres años después de su muerte.

La revisión del caso y el presente

En 1974 un equipo dirigido por Ronal R. Russel del Grupo de Investigaciones Parapsicológicas de Enfield, se desplazaron a la iglesia colindante a donde estaba la rectoría de Borley. Tras exhaustivas investigaciones, concluyeron que seguían produciéndose fenómenos extraños, “torbellinos de energía en el sepulcro de Waldegrave», cientos de ruidos extraordinarios, golpes, pisadas.

En la actualidad no es fácil encontrar los terrenos donde se edificó la casa en la segunda mitad del siglo XIX a menos que se conozca bien la zona. La iglesia y una veintena de casas son todo lo que queda en la localidad de Borley.

El lugar sigue siendo objeto de visitas y cada año, el 28 de julio, la policía local tiene que reforzar su presencia en las inmediaciones ante la avalancha de curiosos que se acercan para ver deambular al fantasma de la monja que, según la leyenda, se deja ver en esa fecha entre la vegetación del recinto donde ocho siglos atrás fue asesinada ¿Y por qué el 28 de julio? Pues porque, precisamente fue ese día pero de 1900, cuando las cuatro hijas del entonces párroco, Henry Bull, vieron el fantasma de una monja durante el atardecer.

Esta rectoría también ha sido llevada al cine en varias ocasiones como documentales, quizás es mas destacable es el de la plataforma Netflix, película documental en la cual se narra la espeluznante investigación de un experto en fenómenos paranormales en una mansión conocida como «la casa más encantada de Inglaterra».

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