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La primera casa considerada legalmente «embrujada» por la justicia

Hoy traigo un suceso real que podría rozar los limites del surrealismo y es cuanto menos curioso. Todos sabemos que los jueces suelen ser imparciales con respecto a algunos temas y nadie diría que un juez del condado de Nueva York fallaría a favor de un caso de sucesos paranormales. Conocido como el Caso Cazafantasma o caso Stambovsky contra Ackley, narra como una casa, aparentemente normal, acabó en los tribunales por estar «embrujada».

Stambovsky y su esposa Patrice no tenían ni idea de que pudiese existir algo paranormal en la casa que pretendían comprar en Nyack, Nueva York, Quienes sí lo sabían eran los vendedores que desde que se mudaron en 1960, habían notado presencias, visto como se cerraban las puertas con violencia o incluso cómo se movían los muebles. Dichos propietarios decidieron omitir tales hechos a los nuevos compradores con las idea poder vender la propiedad y marchar cuanto más lejos mejor.

La historia

Vamos a remontarnos a los tiempos en que dicha propiedad pertenecía a la familia Ackley. La casa estaba vacía y en mal estado cuando los Ackley se mudaron a la casona frente al mar en la década de 1960. Los niños locales, supuestamente, les advirtieron que la mansión estaba encantada, aunque no parece que se hubieran publicado incidentes paranormales anteriores a los relatados por Helen. Durante el transcurso de su posesión de la propiedad en cuestión, que estaba ubicada en Nyack, Nueva York, Helen Ackley y varios miembros de su familia habían informado de la existencia de numerosos poltergeists y otros fenómenos paranormales en la casa. Helen, de primeras, decidió contar lo que ocurría a sus vecinos. Entre las historias que Ackley les contó, destaca la inusual muerte de un joven en perfecto estado de salud que fue invitado a cenar por la familia y sin embargo, al llegar a la entrada de la propiedad se desplomó y murió de un aneurisma cerebral.

Ackley, posteriormente, dio un paso mas allá y decidió reportar la existencia de estos sucesos en la casa a Reader’s Digesty, un periódico local, en tres ocasiones entre 1977 – 1989. Ella relató a la prensa varios casos en los que los poltergeists interactuaron directamente con miembros de su familia. Afirmó que los nietos y su nuera recibieron «regalos» los cuales desaparecían repentinamente más tarde. También afirmó que un fantasma despertaba a su hija Cynthia, cada mañana, sacudiendo su cama. Ella afirmó que cuando llegaron las vacaciones de primavera, Cynthia proclamó en voz alta que no tenía que levantarse temprano y que le gustaría dormir hasta tarde; su cama no tembló a la mañana siguiente. Estos espíritus también anunciaban su presencia con sonidos de pasos por toda la casa o cerraban puertas y ventanas de forma estridente.

Ackley también contó al periódico local que en 1973 contrataron los servicios de un par de videntes quienes afirmaron que habían dos fantasmas en la mansión, se trataba de Sir George y su mujer, Lady Margaret, una pareja que había residido en la región en el siglo XVIII; El hijo de Helen Ackley también habría confirmado la existencia de un tercer fantasma, un militar de la Guerra de Secesión, con el cuál habría tenido un “encuentro” en una habitación vacía de la casa.

La propietaria afirmó haber visto a Sir George en una ocasión: «Estaba sentado en el aire, mirándome pintar el techo de la sala de estar, balanceándose hacia adelante y hacia atrás… Yo estaba en una escalera de dos metros y medio. Le pregunté si aprobaba lo que le estábamos haciendo a la casa, si los colores eran de su agrado. Él sonrió y asintió con la cabeza».

Helen, entre tanto caos de sucesos paranormales que parecía afectar a todas las personas que habitaban en la casa, llegó a creer que incluso la muerte prematura de su marido estaba relacionada con los fantasmas de la mansión y en este punto decidió venderla en 1989. Aquí es cuando entra en acción el comerciante de bonos de Wall Street Jeffrey Stambovsky  quien se sintió atraído por el maravilloso inmueble y decide comprar la propiedad de manera que pagó una señal sin saber que en la vivienda pasaban fenómenos paranormales.

Ni Ackley ni su corredor de bienes raíces, Ellis Realty, revelaron la inquietud a Jeffrey Stambovsky antes de firmar un contrato para comprar la casa entre 1989 – 1990. Stambovsky hizo un pago inicial de 32.500 dólares sobre el precio acordado de 650.000 dólares por la casa.

Poco después del pago llegó a las manos de Jeffrey un ejemplar de Reader’s Digest en el que se detallaba la historia de la casa embrujada y, claro con estos antecedentes paranormales decidió demandar a la propietaria y rescindir el contrato por daños y perjuicios por tergiversación fraudulenta de Ackley para así recuperar el depósito de 32.000 dólares.

El primer argumento de los Stambovsky para llevar el caso hasta el Tribunal de Nueva York, fue que habían sido víctimas de un “fraude ectoplasmático”, algo jamás escuchado antes en ningún litigio de bienes y raíces.

El tribunal de primera instancia desestimó la causa en favor de Ackley pero Stambovsky decidió apelar. La corte de apelaciones modificó la sentencia creando jurisprudencia. Los Stambovsky obtuvieron la devolución íntegra de su depósito y nunca se mudaron a la embrujada residencia. El caso cubrió titulares en periódicos a lo largo y ancho del país.

El caso

Uno de los jueces del caso, Israel Rubin, encargado de la decisión mayoritaria, aseguró en documentos rescatados por la firma de asesores, litigantes e investigadores que:

«Cuando, como en este caso, el vendedor no solo se aprovecha injustamente de la ignorancia del comprador, sino que ha creado y perpetuado una condición sobre la que es poco probable que pregunte, la ejecución del contrato (en su totalidad o en parte) es ofensiva para el sentido de la corte del tribunal. capital. La aplicación del remedio de rescisión, dentro de los límites de la estrecha excepción a la doctrina de caveat emptor establecida en este documento, es totalmente apropiada para aliviar al comprador involuntario de las consecuencias de un trato sumamente antinatural».

Por lo tanto aunque la doctrina que en aquella época estaba vigente impedía la rescisión de contrato ya que el vendedor no tenía la obligación de revelar información sobre la propiedad que se vendía, se hizo justicia ya que según los jueces de apelación  «la inspección» de la casa y la búsqueda no revelarían la presencia de poltergeists en las instalaciones ni descubrirían la reputación macabra de la propiedad en la comunidad», por lo que esto le permitiría a Stambovsky el remedio de rescisión del contrato contra el vendedor.

En contra de Helen Ackley jugaron las entrevistas que dio a diferentes medios de comunicación locales y todas las pruebas o relatos que presuntamente había ofrecido a sus vecinos.

El final

El caso generó una publicidad considerable y los agentes inmobiliarios que tramitaban la venta de la casa tuvieron entre 25 y 50 compradores potenciales tras conocerse el fallo del tribunal. Entre los posibles compradores de la casa estaba Kreskin, un mentalista de renombre interesado en comprar una casa embrujada en la que guardar su colección de parafernalia paranormal. Ackley vendió la casa a el cineasta Adam Brooks en 1991 por casi dos millones de dólares, Adam vivió allí 20 años, nunca vio ni experimentó ningún evento paranormal. Helen se mudó a Florida con toda su familia y murió en 2003.

Entre 2012 y 2015 vivió en la residencia la letrista Ingrid Michaelson. Ella afirmó que tampoco vivió sucesos paranormales estando allí y solo tenia palabras de cariño hacia la propiedad: «Me encantó vivir en One LaVeta. Es una casa mágica, memorable. Es un hogar donde la gente se puede reunir, te acoge y te reconforta. Y la vista es inmejorable».

Ahora, su actual propietario, el cantante judío Matisyahu, puso la mansión a la venta por 1.900.000 dólares. La compró en 2015, y aseguró que, al igual que Adam Brooks e Ingrid, nunca se cruzó en la casa con ningún intruso del más allá.

Los últimos relatos que se supieron sobre los Ackley cuentan que por lo visto no solo la familia de Helen convivió con los fantasmas que allí habitaban, Mark Kavanagh, el novio de Cynthia con el que estaba comprometido, vivió una corta temporada en la casa y narró, con posterioridad, el siguiente suceso ocurrido en 1990, antes de la venta definitiva de la casa:

«Cyn ya se había quedado dormida y yo estaba aún despierto. Oí el crujir de la puerta del dormitorio y el chirriar de las tablas del suelo. Mi espalda estaba al borde de la cama. De repente, el borde de la cama junto a mi cintura se hundió y sentí que algo se apoyaba en mí. ¡Me quedé literalmente rígido como una piedra! Me quedé sin palabras y apenas podía moverme. Pude girar mi cuello lo suficiente para ver una figura femenina con un vestido suave a través de la luz de la luna que entraba por los ventanales. Sentí que me estaba mirando directamente. Después de aproximadamente un minuto, la presencia se levantó y salió de la habitación. Finalmente me relajé lo suficiente para sacar a mi futura esposa del sueño profundo en el que se encontraba actuando como un niño pequeño que acaba de tener una pesadilla».

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